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Posted by : Ecotur domingo, 14 de abril de 2019


En México tiene playas hermosas y que viven en el secreto de unas cuantas personas, quizá en ese anonimato debido a su encanto que nadie quisiera compartir. Entre las playas vírgenes por descubrir hay una especial de la cual te queremos platicar en un viaje que hicimos por Michoacán.
Maruata es un pequeño poblado rivereño ideal para acampar; dicen que hay una gran cantidad de turismo en temporadas altas y eso nos desanimó un poco. 

Maruata Viejo

Playas de México
Después de seguir por un sendero hacia la playa virgen guiados por el sonido del mar, nos esperaba una grata sorpresa; habíamos llegado sin siquiera saberlo a Maruata Viejo, un poblado de tan solo unos 20 habitantes. Era de noche con una hermosa playa virgen bajo las estrellas, y lo mejor de todo, tan solo un par de familias acampando. 
Ahí había una choza improvisada entre las ramadas viejas, salía humo de un fogón. Eutica, la mujer que cocinaba ahí, era la encargada de rentar las ramadas. Optamos por quedarnos a dormir y comenzar a relajarnos mientras nos esperaba una rica cena a base de pescado frito a la leña con una bien merecida cerveza, ¡Se trataba del mejor pescado que había comido en toda mi vida! no sé si era el hambre, pero todo pintaba bien.
Así que nos apresuramos a instalar nuestra tienda de campaña debajo de una de las ramadas, justo ahí casi donde reventaban las olas. Recogimos algo de leña de los alrededores con el debido cuidado, ya que nos previnieron de los posibles alacranes e hicimos nuestra improvisada fogata.

Paraíso natural

cabañas en la playa
El cielo estaba despejado y las estrellas estaban tan cerca y brillaban como si las fuéramos a tocar; A eso de las nueve de la noche se asomó la luna llena detrás de la sombra de unos cerros que son los que custodian la bahía privada. Nos enfocamos a pasar la noche tranquila al lado de una fogata, con un trago de raicilla para apaciguar el frío, y sentir que estábamos disfrutando del arrullo del mar; fue simplemente maravilloso.
A la mañana siguiente, descubrimos que el agua del mar tenia un color verde esmeralda que nadie puede rechazar, así que nos fuimos inmediatamente a echar el clásico chapuzón como si fuéramos niños. 
Esta pequeña bahía aún se encuentra virgen, no hay alrededor ningún hotel o vivienda y ese es el encanto, solo hay mucha arena, el mar y la brisa; eso nos remontaba a nuestros más sencillos orígenes, es maravilloso experimentar nuevamente la sensación de estar tan lejos de todo, sin electricidad, teléfono, ni internet.

En la comida

Rocas en el mar
Los propietarios de pequeños restaurantes te pueden vender todo tipo de alimentos del mar muy frescos: pescados, langostas, mariscos, camarones, ostiones, cangrejo y todo a un excelente precio. Es como si saltaran del mar a tu plato, más frescos no los puedes conseguir en ningún otro lugar. Ahora entiendo por qué el nombre de Michoacán viene de del náhuatl Michihuaca, que significa “Tierra de pescadores”.
Tal vez tengas suerte de que alguno de ellos de deje acompañarlo a pescar la cena, como fue nuestro caso, pero desafortunadamente no tuvimos éxito, así es la pesca, una actividad de paciencia. 
Por la tarde el cielo nos regaló uno de los atardeceres más increíbles que he visto de tonos morados y naranjas, ese fue un descanso para la vista y el alma. Nos fuimos a dormir con una enorme sonrisa… Éramos parte del entorno.
La última parada
Al siguiente día, cuando pensábamos que nuestra aventura no se podía poner mejor, una de las familias que ahí acampaban y que cumplía 30 años de regresar a este paraíso, nos invitaron a conocer los alrededores del pueblito.
Nos llevaron a casa de una familia quienes preparaban un almuerzo para cuatro niñas y un niño, todos muy amistosos nos saludaron desde el fondo en donde se encontraba la cocina y en donde el fogón era el rey.
Después de cruzar la casa estábamos afuera y de ahí, ¡había una vereda que nos llevaría a otra pequeña bahía totalmente privada, de arena fina y agua esmeralda! Era todo un paraíso al alcance de nuestros ojos. 
Ahí exploramos las pequeñas playas del lugar como si fuéramos náufragos; había rastros de huevos de tortuga que llegan a este lugar a desovar. Vimos aves, cangrejos y pasamos el resto del día bajo el sol e inmersos en el mar olvidándonos completamente del mundo exterior.

Tortugas nacida
La realidad es que no queríamos que se acabaran los cuatro días de vacaciones, las mejores en un buen tiempo, lejos del estrés de la ciudad y de lo cotidiano de todos los días. Así fue que nos despedimos de todos los amigos que hicimos y de este bello tesoro enterrado en Michoacán; Nos llevamos con este viaje un buen sabor de boca, prometiendo regresar a este sitio de arena fina y agua color esmeralda; Maruata, te vamos a extrañar.
Puedes llegar a Maruata desde Morelia por la autopista 200 en dirección a Lázaro Cárdenas, deberás poner mucha atención en los señalamientos, ya estando en Maruata Viejo, estarás de gane.
Si deseas leer mas artículos de playas, consulta la revista de turismo El Souvenir y ¡Nunca dejes de viajar!

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